lunes, 9 de diciembre de 2013

A propósito de la obra del grabador cubano Aliosky García Sosa


Palabras al catálogo de Donde habita mi alma, su más reciente expo.

El arte cubano más inmediato se define al margen de restricciones teóricas y preferencias materiales. Es un arte del “desahogo” espiritual de sus artífices; medio expresivo de las problemáticas de un contexto que se refleja tanto en la medida que lo evoca como en la que lo evade. 

Aliosky García Sosa aboga por las técnicas tradicionales de la gráfica pese al influjo de las nuevas tecnologías que en las novísimas décadas han cuasi liderado los derroteros del arte, validando la creación sin tomar en cuenta “modismos” y tendencias. Donde habita mi alma acoge un muestrario de xilografías que reflejan el quehacer del artista en los últimos cinco años, arquetipos de su poética. 


El creador lo ha asegurado: ¿Cuál puede ser la mayor obsesión del hombre sino lo es él mismo? Su leitmotiv, la figura humana trabajada a partir de su afición por el par negro y blanco de resultante visual mínimal y efectismo dramático; línea sin alardes y composición sintética. Una imagen antropológica peculiar, dotada de numerosas extremidades que sugieren diferentes actitudes ante las situaciones a que nos enfrenta la vida. 

Hegel escribió en sus lecciones de estética: el artista pertenece a su tiempo, vive de sus costumbres y de sus hábitos, comparte sus concepciones y representaciones. Esta exposición corrobora las aseveraciones hegelianas. Aliosky ha dado vida a un ser nocturno – llamémosle Peregrino- que deambula por tierras de nadie como un habitante de la noche. 

Peregrino es un ser meditativo y consciente. Su inexpresividad confirma que es el alma extrapolada del artista, producto de sus vivencias y conflictos interiores; una entidad autorreferencial, su alter ego; un ser superior a los suplicios de los mortales, errante, a medio camino entre esta vida efímera y otra más perpetua. 

A él, concedo la palabra 

Manifiesto del Peregrino 

Yo, Peregrino, hijo pródigo de mi creador, afirmo que mi centro es la mente. Habito los terrenos baldíos del alma en la búsqueda de un sueño. 

Por ello renuncio: 

- a mis vestiduras: no las necesito donde estoy y a dónde voy, soy vínculo y canal, soy materia pura. 

- a la inmutabilidad: necesito ser, pensar, sopesar mis caminos, tomar uno y errar, luego tomar otro… y otro después. 

Proclamo ante ustedes mi fe. El arte está presente donde quiera que la vida transcurra y actué. No busco consuelo en el pasado, ni en el porvenir porque nadie puede decirme cual será y si se puede palpar o morder. Existo porque pienso. 

Soy dueño de mi destino.