jueves, 9 de marzo de 2017

Arturo Regueiro ¿artista naif?



Entre los nombres de los pinareños que han dejado una impronta dentro del arte nacional figura indudablemente el de Arturo Regueiro.

Innumerables veces la crítica ha asociado la obra de Arturo al estilo Primitivista o Naif, por ende a figuras de la plástica nacional, cultivadores del modo, como Benjamín Duarte, Gilberto de la Nuez, Ruperto Jay Matamoros, entre otros.

Sin embargo, pese a que el creador se adentró tarde en el universo plástico, de formación puramente autodidacta, validar su producción como arte naif es en cierta manera no entender la esencia de su arte.

Con filiaciones esoteristas, ocultistas, creencias de Rosacruz, incluso un espíritu anarquíco, Arturo creció en una generación de intelectuales que marcó pautas en la cultura del territorio entre los que destacaban los hermanos Llinás, Heberto Padilla, la familia Herrera Quintán.

Ávido lector; estudió por cuenta propia a los maestros del arte universal, religión, y técnicas de dibujo y pintura; conocimientos que fueron enriqueciendo paulatinamente su producción.

Su obra no nace solo de la creación intuitiva y lo espontáneo como sucede con los artistas primitivos, ni es una obra sin artificios dada a la plasmación inmediata e impulsiva de motivos y eventos, ¿acaso su visualidad es de corte ingenio por la manera de emplear el color y resolver el espacio?

Lo cierto es que sus lienzos son fruto de una sólida y rica conciencia intelectual. Arturo bebe de la pintura religiosa pre renacentista, del hieratismo y la frontalidad del arte egipcio, de la vanguardia europea de principios de siglo XX, y da vida a un naturalismo sui generis que convierte su arte en un arte excepcional.

Sus cuadros se nos develan colmados de símbolos religiosos y referencias mitológicas, con una planimetría y arbitrariedad del color trabajada a capricho del artista, en virtud del concepto composicional de la pieza.

Arturo no es un artista ingenuo, es una artista consciente, dotado de un pensamiento y una teología compleja que traspola a sus lienzos; e inscribirlo dentro de un estilo sería una labor engorrosa. Su obra es altiva, desafiante, siempre profunda.

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